El eterno retorno del rock progresivo

La década de los 70 del siglo pasado fue un semillero de grandes bandas que transitaron entre la irreverencia estética del rock and roll y la complejidad de la música académica de la música occidental. En los años 80 el punk recordó que sin rebeldía el rock no es tal cuando la música disco conducía a las masas juveniles a vivir los placeres plásticos del momento. Las siguientes décadas se impuso la voraz fragmentación entre los estilos tradicionales y nuevos subgéneros del rock. El siglo XXI está marcado por la profusión de formas rockeras con la importante presencia de la electrónica y mucho pop. El rock progresivo de los 70 reaparece de la mano de sus propios sesentones protagonistas con mejor calidad sonora gracias a la tecnología digital. Es una estrategia de mercado que atiende importantes demandas sin la irreverencia política que lo caracterizó en su propio contexto cultural.
Los adultos mayores “Stones” continúan haciendo vibrar con “Satisfaction” a jóvenes y seniles. Mac Cartney mantiene presentes a los Beatles en carísimas y alucinantes giras mundiales de nunca acabar. Prácticamente todas las buenas bandas inglesas y americanas de aquellas épocas decidieron volver al escenario para revivir emociones e ideologías que los gestaron en épocas con preocupaciones sociales como la libertad. Con ello se mantienen vigentes y ganan muy bien.
El mejor ejemplo es el mega espectáculo “The Wall” que Roger Waters se lo apropió exitosamente convirtiéndolo en el mayor show musical multimediático de la historia. Todo es perfecto en ese concierto donde vuelan aviones y chanchos marcados con símbolos filantrópicos. Pero la crítica política a la sociedad industrial se convirtió en un “sticker” compuesto por símbolos antinazis o anticonsumistas con los cuales cualquier pinche ciudadano puede identificarse. Tanto los buenos como los malos cantan emocionados algo que detona recuerdos personales más que transmite ideologías transgresoras. La crítica se ha licuado en gigantescos y ahumados stadiums que lo diluyen todo para la satisfacción de nostálgicos rockeros.

El año 2014 estuvo marcado por algunas de estas reminiscencias. “The Endless River” es la sorpresa de Pink Floyd sin Waters pero sí con el gran David Gilmour. Suena más a la primera época de los largos climas místicos conducidos por maravillosos solos de guitarra. No tiene mucho del aire electro psicodélico de Dark Side. Tampoco la riqueza poética y cuestionadora de “The Wall”. Es instrumental. No tiene canciones. Pero cuando toca Gilmour su guitarra canta y muchos quedan estremecidos con la sensación de volver a un pasado rico y complejo que cerraba las heridas de la década de los 60. La más importante del siglo.
Para los críticos no es innovador ni deslumbrante. Hay músicos nuevos que hacen maravillas en la misma línea. Los alemanes Electric Moon son un ejemplo y muchos otros más. En nuestro propio país y ciudad hay importantes experiencias. Sin ir lejos.  

Jon Lord fue uno de los mayores compositores del siglo XX. Surgió del rock con Deep Purple y su formación académica le permitió transitar desde formas clásicas del siglo XVIII hasta estructuras populares de países de oriente y el jazz. Compuso el 1er Concierto para Grupo (rock) y Orquesta en 1969. Tiene obras maravillosas con la Orquesta  Sinfónica de Londres como Gemini Suite y Windows que compuso junto con el director alemán Eberhard Schoener. También grabó la Suite Sarabande con la Orquesta Filarmónica Húngara. Son las obras de mayor complejidad y erudición que se produjo en el ámbito del rock de los 70. Hay algunas otras también destacables.

Lord murió el 2012 a los setenta y un años. Este año sus amigos decidieron hacerle un homenaje en el Royal Albert Hall de Londres. El mismo lugar donde estrenó el primer concierto del 69. “Celebrar” es un show dividido en tres partes. La primera con sus grandes obras para orquesta. La segunda con sus temas legendarios de rock y la tercera con la gran banda Deep Purple. Es un compacto de lo mejor de Lord que demuestra la genialidad del compositor con la extraordinaria participación de grandes como el tecladista Rick Wakeman. Es rock de los setenta en su máximo esplendor.
Otra obra importante publicada este año esThick as a Brick – al vivo en Islandia”. Es considerada la composición más importante de Jethro Tull cuyo líder es Ian Anderson. Esta versión incluye las dos partes de la suite recurriendo a la parodia y a la teatralización. No están los viejos músicos de la banda. El actor Ryan O’Donnel participa cantando las estrofas en las que la voz de Anderson tiene dificultad para alcanzar las notas altas. También juega burlonamente teatralizando excesivamente las canciones que tienen un sonido perfecto gracias a la interpretación impecable de los músicos y el propio Anderson. Es un concierto de gran valor para seguidores del gran rockero inglés que no deja de producir y experimentar. El año pasado grabó un álbum solo y participó de un concierto con una de las bandas legendarias del rock italiano: Premiata Forneria Marconi (youtube: PFM Anderson).

Santana lanzó este año el DVD “Corazón” grabado en diciembre del 2013 en Guadalajara. Pese a sus detractores de siempre. Es una gran grabación. Su sonido ha captado todo el feeling que durante décadas se ha ido configurando en solos de guitarra realmente estremecedores. Es música que siempre hemos escuchado pero no de esta forma. Participan músicos de Colombia, Argentina, México, EEUU y otros. Las voces de los cantantes y la interpretación de la banda son perfectas. Es una jugada mercadológica que continúa la línea marcada por premiadísimo Supernatural. El público entra en trance en ese denso y místico espíritu generado por los músicos. 

Para muchos nunca habrá mejores músicos que los de los años 60 y 70 y hay que aprovechar de ver y oir sus conciertos antes que guarden definitivo silencio. Lo que se produce hoy está demasiado fragmentado en tendencias que no se conectan entre sí como en el pasado. Se hace desde “death metal” hasta rock evangélico. No hay una sola historia del rock. Las mejores producciones tienden a incorporar elementos de la música folklórica del tercer mundo y la electrónica. El jazz en un campo importante para ello. Del pop no se puede decir mucho porque su objetivo es complacer inmediatamente las importantes necesidades emocionales y subjetivas de sus públicos. Los tiempos han cambiado. Ya no hay macro-discursos que interpelen a las masas. La gente quiere divertirse y emocionarse con el máximo de intensidad. Ahí cabe perfectamente el rock progresivo de los 70. Su consumo no tiene que ver con el contenido sino con las sensaciones particulares y sentimientos que provoca.  Es una música mágica que ayuda a sobrevivir la incertidumbre descomprometida y la dispersión estética del siglo XXI.     

Comentarios

Lo mas leído

Malditos todos

Anti-ekeko peligroso

Globalización de las fiestas de muerte